17 de octubre de 2007
Extraños visitantes
Una investigación arroja nuevos detalles sobre un caso de ufología ocurrido en Salamanca y por el que llegó a interesarse la NASA
En el anterior artículo narrábamos la persecución que sufrió Maximiliano Iglesias a manos de unos extraños seres, después de visionar unos objetos volantes no identificados. Sin duda el caso de este salmantino es uno de los más extraños sucedidos no sólo en el territorio nacional, sino incluso a nivel mundial. Para tratar de arrojar algo de luz sobre este enigmático suceso hemos realizado una apasionante reinvestigación.
En primer lugar he conseguido el primer artículo publicado sobre el suceso. Salió en la 'Gaceta Regional', el día 29 de marzo de 1974 (tan sólo unos días después de suceder los hechos). Un avezado corresponsal Ángel Gil, plasmaba con todo lujo de detalles la increíble experiencia que vivió Maxi. La historia, como no podía ser de otra manera, es bastante coincidente con la narrada por el escritor Juan José Benítez, quien probablemente tomaría como base para su investigación lo publicado en el diario salmantino. Sin embargo apunta varios temas interesantes. En primer lugar existe un detalle a tener en cuenta y que muestra una evidente contradicción en la siguiente frase publicada en la 'Gaceta Regional' (cuando Maxi ya finalizaba el relato de la increíble experiencia): «Se montaron y elevaron las tres naves. Luego les vi cómo volvían a bajar y con unas herramientas hacían como unos agujeros. Y por fin, se fueron, y ya pude arrancar el camión, que tenía la batería averiada y me vine».
Maximiliano Iglesias señala el lugar donde aterrizó el ovni. / EL NORTE
En el anterior artículo veíamos cómo el periodista Juan José Benítez comentaba que en este segundo encuentro, arrancó el camión después de la persecución y paso de nuevo debajo de los ovnis para después parar y observar los trabajos que realizaban. Duda que resolveremos con la entrevista realizada al investigador zamorano Roberto Calles.
Otro dato importante expuesto en el diario salmantino es la confirmación de que aquellos sucesos fueron investigados por la Guardia Civil, quienes confirmaron la existencia de un agujero en el lugar de los hechos que el camionero negaba haber cavado.
También es interesante la credibilidad que puede tener el testigo y que menciona de la siguiente manera: «Visito al dueño del vehículo que detuvieron los 'ovnis'. Se llama don Aquilino Garrido Bernal. Posee un negocio de transporte de materiales de construcción. Conversamos. Nos asegura que el chico, conductor del vehículo, un camión de medio tonelaje, está a su servicio hace más de un año y es un joven formal, equilibrado y serio, que le cree incapaz de mentir y lo que cuenta tiene visos de verdad. En el mismo sentido se manifiestan muchas otras personas con las que hablamos del tema: todas creen en las palabras del joven conductor».
Una credibilidad que adquiere incluso más coherencia después de viajar hasta Béjar para conseguir unos archivos inéditos de un meticuloso investigador: Vicente Rico, ya fallecido, y que conseguí gracias al periodista Luis Álvarez, colaborador del programa de televisión 'Cuarto Milenio'.
Archivos del pasado
Es emocionante encontrarse con un archivo inédito y privado de un investigador que realizó una exhaustiva investigación pocos días después de aquellos insólitos sucesos. Documentos y correspondencia del año 1974, donde recoge varias e interesantes entrevistas que realizó a Maximiliano.
La primera carta que hace referencia al suceso está fechada el 30 de abril de 1974. Esas cartas fueron dirigidas al Centro de Estudios Interplanetarios, una asociación que estudió seriamente el asunto y que encargó al investigador salmantino la aclaración de aquellos sucesos.
Vicente mantuvo una fluida correspondencia con José María Casas Huguet (presidente) y Pedro Redón (secretario general), desde esa fecha hasta febrero de 1975. Con todo el material que proporcionó el investigador bejarano se publicó el caso en la mítica revista 'Stendek'.
Entre lo más reseñable encontramos la carta recibida por Maxi proveniente de una asociación de Milán, interesada en el caso y que aportaba un cuestionario para ser rellenado y se le preguntaba si las figuras observadas se correspondían con un dibujo que le mandaban. Esto nos hace ver la trascendencia mundial que tuvo el caso, y más después de conocer que dos misteriosos personajes acompañaron al testigo al lugar de los hechos con un contador Geiger, extremo que más tarde me confirmó Roberto Calles.
Sobre el punto exacto donde sucedieron los hechos, Vicente Rico cuenta: «En la noche del día 21 de marzo, varias personas esperaban la llegada de familiares procedentes de Barcelona ya que había fallecido un vecino de Horcajo de Montemayor Observaron una iluminación a 3 kilómetros en la dirección de Valdehijaderos, y se dijeron 'ya llegan', creyendo que se trataba de los faros de los automóviles, pero que tales luces no se aproximaban ni acababan de llegar, y no llegaron, ignorado concretamente de dónde procedían y a qué se debían tales luces o iluminación. »
Interesante es la confirmación de la credibilidad del testigo: « sometiéndole a preguntas estudiadas e, incluso, buscando la repetición del relato y diversos conceptos para ver de surgir la contradicción que en ningún momento se produjo, decía y volvía a decir, pero siempre los mismos hechos, los mismos conceptos y las mismas circunstancias, lo que hacía verosímil y creíble apriorísticamente su relato ».
Este relato se sigue manteniendo, como confirmaba el investigador zamorano Roberto Calles, quien puede que haya sido el último entrevistador de Maxi.
Entrevista del presente
Hacía años que Maximiliano no concedía ninguna entrevista a ningún medio de comunicación harto ya de repetir la misma historia. Sin embargo con su buen hacer Roberto Calles consiguió entrevistarle para aclarar detalles.
Maxi se reafirma en los hechos publicados en aquella época, -me asegura el investigador zamorano-, aunque me comentó que existe alguna contradicción. Por ejemplo Maxi en el segundo encuentro consiguió arrancar el camión y fue al día siguiente cuando no arrancaba, tuvieron que llevarle remolcado a un taller, donde le comentaron que la batería estaba descargada. Por tanto no es cierto, -continua Roberto-, como se asegura en algunas versiones que el camión tuvo que quedarse en el lugar de los hechos con todo el sistema eléctrico chamuscado.
En cuanto aquellos misteriosos personajes, Maxi le aseguró que eran científicos de la NASA que determinaron que aquellas marcas eran producto de temperaturas superiores a 1.000 grados, tal y como se sostenía en diversos medios.
Falsas versiones
El investigado zamorano me dijo que también es falsa una recreación que he oído en algún programa de radio y que circula por Internet, en la que se asegura «que los sucesos acaecieron en un solo día y que en la persecución, el que más se le aproximó, estando en la zanja, tenía el rostro blanco envejecido con ojos inexpresivos como un muerto, mientras se escuchaban voces desagradables metálicas por la sierra». Entre otras cosas porque en ningún momento vio su rostro, ni escuchó ningún sonido que emitieran aquellos seres, asevera Roberto.
Como curiosidad, Roberto me comentaba que tras aquel incidente Maxi se hizo policía y se fue a vivir a Madrid. De todo pensaba: «No creo que ellos me estuvieran esperando, me tocó a mí como le pudo tocar a cualquier otro. Creo que si me hubiera parado y no me hubiera escondido, me hubieran cogido. Lo que no sé si me hubieran hecho daño, quizás simplemente nos hubiéramos puesto a hablar ».
Y para finalizar cuento un caso prácticamente inédito que sucedió en aquellas fechas y que he encontrado en el libro 'Ovnis sobre Zamora', de Federico Acosta Noriega, publicado a titulo póstumo.
El 28 de mayo de 1974, Guillermo Rodríguez va a pescar a orillas del Esla, cerca del Monasterio de Granja de Moreruela. De repente, sus dos perros empiezan a ladrar y miran fijos en una dirección. A cien metros observa una figura vestida de blanco de dos metros de altura, de algún material que resultaba reflectante y que avanzaba hacia él. Guillermo azuzó a los perros contra aquella figura. Ésta se detuvo, retrocedió y, en una ligera ondulación del terreno desapareció. Dos años y medio mas tarde, el 12 de noviembre de 1976, unos soldados abrieron fuego en la base aérea de Talavera la Real (Badajoz) contra una figura 'humana' de tres metros, de luz verdosa, que desapareció ante sus atónitos ojos.
Federico Acosta me asombra: Si unimos con una recta sobre un mapa la Granja de Moreruela con Talavera la Real, observamos que la línea pasa por el lugar aproximado, donde Maximiliano tuvo su increíble experiencia y a una distancia casi equidistante. Ahí es nada.
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