Por: Alfredo Ortiz Santos
Hablar de espiritismo nos lleva a pensar en mesas que saltan y espíritus que contestan preguntas, manos poseídas que escriben en hojas de papel, velas blancas con llamas ondulantes o grupos de personas que se reúnen en la noche para comunicarse desde el más allá. Pero el espiritismo que aborda el libro: El ocaso de los espíritus, El espiritismo en México en el siglo XIX, de José Mariano Leyva, editorial Cal y Arena, es diferente, es un asunto serio. El miércoles por la noche en Coyoacán se presentó este libro con los comentarios de José Joaquín Blanco, Antonio Saborit y el autor, quienes defendieron la seriedad del espiritismo en México y cómo se ha convertido en un pensamiento precursor de las ideas contemporáneas. Al finalizar la presentación Crónica charló con Leyva quien comentó: “El espiritismo al que yo me dedico, es el del siglo XIX. Se cree que es cercano a la brujería y a los ovnis, pero anteriormente se le consideraba una corriente filosófica que trataba de desarrollar un pensamiento muy cercano al positivismo y al espiritismo de Kant”. Agrega Leyva: “El racionalismo colocaba a la razón como el nuevo Dios sobre cualquier tipo de metafísica. Se trataba de conciliar inventos modernos con el mundo actual. A la larga la posición ética tenía como fin el humanismo y el fin principal era la tecnología, pero estaban conscientes que esto aniquilaría a la humanidad. Tal fue el caso de la primera y Segunda Guerra Mundial”. En México, históricamente se impulsó el espiritismo en la época de Porfirio Díaz: enarboló la bandera del positivismo de Augusto Comte, pero el personaje que abiertamente practicó esta creencia fue Francisco I Madero.
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