El actor de origen húngaro saltó a la fama después de interpretar al célebre vampiro. Murió hace 50 años, y fue enterrado envuelto en la capa del personaje que lo convirtió en un ícono del terror.
Bela Ferenc Blasko nació en la ciudad de Lugos, en Hungría, el 20 de octubre de 1882. La acomodada posición económica de su familia se esfumó con la muerte de su padre, cuando Bela tenía apenas 12 años. A partir de entonces, el joven debió trabajar para ayudar a los suyos; pero eso no le impidió empezar a estudiar interpretación teatral en Budapest. A comienzos del siglo XX ya era una figura en la escena de su país, y en 1915 hizo su debut en el cine.
Las mujeres caían rendidas ante la seducción del noble de Transilvania, quien bebía hasta saciarse la sangre que succionaba de sus cuellos.(ARCHIVO LA GACETA)
Peleó en la Primera Guerra Mundial con el grado de teniente de infantería, y recibió varias heridas en combate. Finalizado el conflicto bélico, se trasladó a Alemania y, a fines de 1920, llegó a Nueva York. Allí adoptó el apellido Lugosi en homenaje a su ciudad natal; posteriormente se trasladó a Hollywood, donde debutó en el cine en 1923.
A pesar de que su inglés no era perfecto -o tal vez por esa misma razón- Bela Lugosi comenzó a afianzarse en el negocio cinematográfico, pero sin alcanzar la trascendencia de una estrella. En 1927 interpretó el papel del conde Drácula en una obra teatral realizada en Broadway, que se convirtió en un éxito de taquilla.
Pero la gran oportunidad para el actor húngaro llegó cuando Lon Chaney, otro de los grandes nombres del cine de terror, no pudo aceptar el ofrecimiento de hacer el rol protagónico en la historia del conde de Transilvania. El director Tod Browning recomendó a Lugosi, que de esa manera tuvo la ocasión de encarnar al personaje que lo convirtió en un mito de la pantalla.
Poco tiempo después le ofrecieron el papel de Frankenstein, pero Lugosi lo rechazó porque no lo atraía la exigente caracterización que imponía el rol, que finalmente recayó en Boris Karloff.
Durante toda la década del 30 y en gran parte de la del 40, Lugosi trabajó en una gran cantidad de producciones de terror, y su nombre quedó indisolublemente asociado con el género.
“El asesinato de la calle Morgue” (1932), “La isla de las almas perdidas”, “El cuervo” (1935) o “La sombra de Frankenstein” (1939) son algunos de los títulos que filmó en sus años de oro.
Pero la inestabilidad de su vida personal y su adicción a los estupefacientes lo fueron alejando de los estudios. Sin embargo, Ed Wood Jr., considerado el peor director de todos los tiempos, lo rescató del olvido y lo requirió para trabajar en tres películas: “¿Glenn o Glenda?”, “La novia del monstruo” y “Plan 9 desde el espacio exterior”. Estos filmes no contribuyeron en absoluto a devolver a Lugosi la fama perdida.
El 16 de agosto de 1956, Lugosi murió de un ataque al corazón en Los Angeles. Fue enterrado envuelto en la capa de Drácula, el personaje que lo hizo popular.
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