20 de agosto de 2006

El castillo de Drácula, la cuna del mito

Por: Ennio Mena

La residencia, que inspiró el tétrico relato de la vida ficticia del conde-vampiro, otra vez está en manos de la nobleza rumana

El castillo Bran -una de las residencias del mítico vampiro Drácula y el segundo edificio más visitado por los turistas en Rumania- dejó de pertenecer al Estado, el 30 de mayo pasado para convertirse, una vez más, en propiedad de los descendientes de la antigua realeza rumana.

Los nuevos dueños son el ingeniero Dominic de Habsburgo Lotringen y sus hermanas -María Magdalena Holzhausen y Elisabeth Sandhofer-, hijos de la princesa Ileana, la última propietaria del edificio.

En las actas de restitución se incluyó la cláusula aceptada por los propietarios de mantener abierto el edificio y su entorno al público, al menos durante los tres próximos años, como museo de arte feudal y como uno de los escenarios medulares en los que el príncipe del horror, el conde Drácula -personaje que da título a la novela del irlandés Bram Stoker-, comete sus crímenes.

Un edificio de casi ocho siglos

Mandado construir en 1212 por Dietrich -caballero de origen germánico de la orden Teutónica-, el castillo fue erigido cerca de Brasov, centro de Rumania, como fortaleza de defensa en la ruta comercial que comunica Valaquia con Transilvania.

Fue reconstruido en 1377. En vez de la modesta obra original de madera, se levantó un majestuoso edificio gótico, en piedra y ladrillo.

Sobre una base rocosa y cubierta de pináculos y torretas de tejas rojas, la construcción se proyecta sobre una gran llanura. Desde las almenas, la vista es impresionante.

En 1920, la municipalidad de Brasov donó el inmueble a la reina María de Sajonia Coburgo Gotha, en reconocimiento al papel de ésta en la unificación de Transilvania con Rumania. Pronto, la residencia se convirtió en la favorita de la soberana, quien le dio un toque bastante acogedor.

A su alrededor, hay villas y chalets que quitan a la construcción su aspecto tétrico y hacen que parezca, más bien, un palacio de cuentos de hadas. En invierno, su mole se eleva majestuosa sobre estepas interminables de nieve.

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