Por: Carmen Rivera
Dicen que cuando los Beatles eran uno en conjunto se juraron que si uno de ellos moría el primero, enviaría a los demás un mensaje desde el más allá. Según afirma Paul McCartney, John Lennon nunca ha intentado hasta el momento mandarle una señal. En una emisión televisiva difundida el pasado abril en Estados Unidos, un equipo de médiums intentó ponerse en contacto con el espíritu del Beatle asesinado por un fan a las puertas del edificio Dakota. En esa sesión espiritista mediática los médiums pretendían 'capturar' su presencia mediante cámaras de infrarrojos.
Tres años antes, gracias a esos mismos médiums que invocaban a Lennon, la mundialmente llorada Lady Di hizo saber que se divertía en el otro mundo, donde gozaba además de la diaria compañía de la Madre Teresa. Esta vez, la viuda Yoko Ono afirmó en revancha haber visto el fantasma de su marido ante el piano y tachó la idea de la sesión de espiritismo televisado de «muy mal gusto». A la televisión se le pierden velas en los entierros sonados. Las que alumbran el respeto, la dignidad debida en el último adiós. Con primeros planos de la pena y el llanto en riguroso directo se recurre a expertos para leer en los labios de Ortega Cano y Rociíto y transcribir en la pantalla sus palabras entrecortadas y las de aliento musitadas en los pésames íntimos. Más allá de la raya.
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