9 de marzo de 2006

El otro misterio de Bélmez


Guste o no, el misterio de las Caras de Bélmez es uno de los sucesos más singulares y conocidos de la presunta historia ‘mágica’ de España. Todo arrancó en 1971, cuando María Gómez Cámara descubrió unos enigmáticos rostros en su cocina. El hambre por sucesos de este tipo y una desproporcionada cobertura mediática hicieron el resto y elevaron a Bélmez a los altares del olimpo paranormal. Treinta años después, este pueblo situado en el oriente de la sierra de Mágina, adosado a una de sus frondosas pendientes, volvió a ser noticia cuando, tras la muerte de María Gómez Cámara en 2004, otra cosecha de caras floreció en una casa de la localidad, generando una nueva oleada de amores y odios.

A día de hoy, Bélmez es mundialmente conocido por este fenómeno -no se sabe si paranormal o, simplemente, sociológico- y raro es el fin de semana en que varias decenas de forasteros no se acercan al lugar en pos de sensaciones morbosas. Poco puede ofrecer el pueblo, aparte del hogar de la malograda María Gómez -que sólo abre los fines de semana y donde no se permite sacar fotos-, la nueva casa de las caras -abierta todos los días, cámaras permitidas- y un castillo cercano que los más entusiastas atribuyen a los caballeros templarios.

Paradójicamente, nadie se lucra de forma directa con el fenómeno de las caras: en Bélmez, las tiendas no venden recuerdos del fenómeno, ni carteles, ni tan siquiera se puede encontrar una librería en la que poder saciar la curiosidad con la múltiple bibliografía que ha generado el tema. He ahí un auténtico misterio.

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