22 de enero de 2007

Magos israelíes tachan de farsante a Uri Géller


Un exitoso programa de televisión israelí protagonizado por el popular mago Uri Geller se ha visto asediado por las críticas después de que magos de todo el país hayan denunciado que el programa conducido por el ilusionista está lleno de "trucos y trampas"

Geller, el ilusionista israelí que saltó a la fama como el psíquico más famoso de la televisión, se embarcó el pasado año en la realización de un programa para la televisión de su país con el objeto de nombrar un heredero.


El programa, 'Uri Geller busca un sucesor', se convirtió en un éxito instantáneo, con cotas de audiencia de hasta un 40 por ciento. Más de un millón de personas presenciaron cómo multitud de ilusionistas competían por heredar el trono de Geller realizando todo tipo de trucos, desde parar los relojes de la audiencia a leer sus mentes.



No obstante el éxito se vio pronto seguido de las críticas. Algunos magos afirmaron que el programa "perjudicaba" a aquellos que querían creer en Geller y que no tenía "nada de sobrenatural". Algo que se apresuró a desmentir el ilusionista, que insistió que su programa no implicaba ningún tipo de 'truco de manos' y que los participantes tenían auténticos poderes sobrenaturales capaces de "obrar maravillas".

Entretenimiento y esperanza

"No soy un mago y nunca lo he sido", señaló Geller a los medios. "Mantengo mis poderes misteriosos. Cuando era joven solía decir que tenía poderes sobrenaturales. Hoy le digo a la gente que ni niego ni confirmo nada".

Uri Geller alcanzó la fama mundial no solo tras doblar miles de cucharas o detener el reloj del Big Ben con el poder de su mente. También ha amasado una considerable fortuna gracias a numerosas actuaciones en las que exhibía sus supuestas habilidades telequinéticas y su capacidad para detectar con sus poderes la presencia de agua, oro y otros metales.

Millonario a sus 60 años y residente en Londres, Geller ha defendido su programa, que considera fuente de entretenimiento y distracción para sus compatriotas: "El éxito del programa se debe a la tensa atmósfera en el país y a la guerra en el Líbano", afirmó. "La gente quiere entretenimiento pero también esperanza".

Cuando se elija al sucesor a finales de enero, Geller afirma que lo convertirá "en nuevo embajador de buena voluntad de Israel, igual que yo lo he sido durante años".

No obstante, y antes de que haya podido completarse el proceso de selección, docenas de magos israelíes y de fuera del país han puesto el grito en el cielo: "Es entretenimiento – señaló Dandi Asraf, un veterano mago compatriota de Geller –. Pero obviamente todo son trucos y acrobacias. No hay poderes sobrenaturales. No hay magia. No existe en este mundo".

Otro ilusionista, Eliron Toby, se manifestó apenado de que "un hombre como este haya engañado a tanta gente durante todos estos años", y añadió: "(Geller) contradice el dicho de que no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo".

El espectáculo debe continuar

Ante la polémica, la Sociedad de Magos Israelíes se reunirá esta semana para decidir el destino del programa. Su presidente, Dalia Peled, señaló: "La sociedad espera y cree que el público entiende que se trata de un programa de entretenimiento y que los números de magia no se ejecutan con la ayuda de poderes sobrenaturales".

Entre tanto, la controversia no ha hecho sino aumentar la popularidad del programa: "Los cínicos y los magos que se han levantado contra mí han hecho un gran trabajo que vale millones", bromeó Geller acerca de los beneficiosos efectos de la polémica sobre la audiencia de su show: "Ha hecho a Uri Geller más misterioso y ha creado un aura mística a mi alrededor", añadió.

No es la primera vez que la polémica roza de cerca de Geller, nacido en Tel Aviv en el seno de una familia pobre. En 1973 no logró doblar una cuchara en el programa de Johnny Carson, algo que adujo a que sus poderes se habían debilitado.

Hasta los científicos se dividen respecto a los supuestos poderes del mago, que ese mismo año se sometió a dos pruebas en la Universidad de Stanford y en el Instituto de Ciencia Weizmann de Israel. Los resultados en ambos casos no fueron concluyentes, y los escépticos denunciaron que los métodos empleados en sendas pruebas tenían defectos.

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