Por: Juan Antonio Abarzúa
Fuente: El Tribuno
Fuente: El Tribuno
Quieren buscar una respuesta a un hecho que causó conmoción pero del que nunca pudo explicarse nada. El piloto civil Tony Galvano, testigo del suceso, encabezará la misión hacia Sierras Coloradas, en Anta
Una expedición destinada a rescatar un objeto volador no identificado (OVNI) de grandes dimensiones que supuestamente cayó en la zona selvática anteña de Sierras Coloradas el 17 de agosto de 1995 y que en su momento movilizó a la prensa nacional e internacional, están preparando los integrantes de un grupo de investigadores argentinos y brasileños.
Los organizadores de la excursión son el piloto civil de Joaquín V. González, Tony Galvano; el periodista, camarógrafo y andinista cacheño, Antonio Zuleta y el físico-matemático brasileño Eduard Gauche, catedrático de la Universidad do Desenvolvimento do Estado de Santa Catarina.
Galvano fue uno de los grandes protagonistas de la historia ya que cuando ocurrió el hecho, inmediatamente abordó uno de sus aviones de fumigación y comenzó la infructuosa búsqueda del aparato siniestrado y durante 15 días vivió una serie de experiencias tan fantásticas como estremecedoras, dignas de un thriller de ciencia ficción, donde le ocurrió de todo, incluyendo la caída de su propia nave sobre un cerro, tras una falla que hasta el día de hoy no puede explicarse.
Zuleta en tanto, se ha hecho famoso -como lo comprueban cientos de páginas de internet que reproducen sus fotografías y filmaciones- a raíz de haber logrado captar impresionantes imágenes de objetos luminosos de distintas formas, tamaños y colores sobrevolando los cielos de los valles calchaquíes.
Por su lado el brasileño Gauche, gracias justamente a los videos y placas de Zuleta, se ha transformado en un fanático de la zona por la recurrencia de avistamientos y asegura que "evidentemente hay algo aquí que atrae a quienes quiera que sean los que manejan estos ovnis. Me inclino -arriesgó- a que ello obedece a la gran cantidad de yacimientos de minerales radiactivos y de tierras raras de la región puneña".
El santacatarinense viene todos los años desde hace un quinquenio con el objeto de buscar respuestas a las incógnitas referidas a los ovnis.
Los expedicionarios piensan realizar su búsqueda en la temporada seca -entre otoño e invierno de este año-, acompañados de un grupo de andinistas entrenados en materia de supervivencia, trekking y rappel, habida cuenta de que las Sierras Coloradas, a unos 60 kilómetros al sudoeste de J.V. González son escarpadas, provistas de un follaje casi impenetrable, hay peligrosas piaras de chanchos del monte y el territorio es sumamente accidentado, plagado de cañadones y trampas orográficas.
El relato de Galvano
La caída del OVNI de referencia se produjo, según Galvano el 17 de agosto de 1995 a las 13.45, en un día soleado, sin nubes y de gran visibilidad.
Y su versión es fantástica: "Se trataba -indicó- de una especie de plato volador de aproximadamente 250 metros de diámetro, de color metalizado brillante. Volaba rápido de Norte a Sur y era seguido por otros dos objetos, probablemente misiles, que lo impactaron. Hay miles de testigos que vieron en el hecho e incluso hay fotografías del caso.
El objeto, no se desintegró pero comenzó a fallar y se precipitó a tierra. Instantes después se sintió una potente explosión seguida de un movimiento telúrico de gran intensidad que fue percibido en un área de 300 kilómetros a la redonda. La gente de González salió a las calles, lo mismo que los de El Galpón, Coronel Olleros, El Quebrachal, Gaona y otras localidades. Se produjeron escenas de pánico.
Al rato, una columna de humo negra y espesa comenzó a cubrir el cielo. Era impresionante. Jamás había visto algo así. Daba la impresión que fuese sólido porque no dejaba pasar ni un rayo de luz tras de sí.
Corrí hasta la pista aérea, abordé mi avión ultraliviano FlyStar, despegué y salí a investigar. Abajo podía observar la gente en las calles y campos absorta por lo sucedido. Volé y volé, pero no pude dar con el punto de impacto. La visibilidad era pésima a raíz de la humareda que se había extendido por kilómetros y tuve que volver", relató.
Las expediciones
Galvano se emociona cuando recuerda su experiencia. "Esa misma tarde, las radios no paraban de reproducir testimonios de la ciudadanía sobre el suceso. Todos daban su versión y a la vez pedían explicaciones. Yo me reuní con la intendenta de entonces, Irma Caro, quien me autorizó a organizar una patrulla de búsqueda destinada a resolver el misterio del OVNI supuestamente impactado por dos misiles. Recorrimos grandes extensiones pero no logramos nada.
Dos días más tarde, subí nuevamente a mi avión y comencé a buscar y de pronto, en una explanada, sobre una especie de meseta, vi algo extraño: había una huella de cinco kilómetros de largo por 600 metros de ancho, donde aún se apreciaba el efecto del calor producido por la fricción de un cuerpo de tamaño gigantesco y gran peso. Pasé a baja altura y me impresionó: los árboles del lugar, en su mayoría quebrachos colorados y algarrobos, habían sido desparramados fuera de esa especie de hondonada recién hecha. En su lecho, se apreciaba un polvo blanco brillante como si se tratara de aluminio transformado en talco.
Los restos de troncos que estaban en el perímetro de la cicatriz y los árboles más cercanos, tenían heridas raras: parecía que les hubiesen salpicado ácido. De pronto, mi nave comenzó a fallar. El motor parecía que iba a saltar, perdí altura, acomodé lo más que puede mi querido FlyStar y me preparé para el choque. Salí golpeado pero ileso. Y ya una vez sobre tierra firme, tomé entre mis manos ese polvillo extraño. Jamás había visto nada igual.
En la Universidad de la Plata lo analizaron posteriormente porque les envié muestras y me dieron un resultado inesperado: se trataba de un compuesto de Potasio de 98% de pureza, que no existe en este planeta. El 2% restante, era de material desconocido. La huella terminaba en un precipicio y más abajo habían cañadones y quebradas cubiertas por el espeso follaje selvático, pero no se veía nada más. Seguimos investigando durante días, pero sin suerte, indicó.
Los hombres de negro
Galvano, el piloto-testigo de un hecho "que jamás podré olvidar", manifestó que a los 15 días de los sucesos "comenzaron a suceder más cosas extrañas: "Aparecieron por todos lados unos tipos vestidos de negro, armados, que se movilizaban en camionetas 4×4 y en motocicletas todo terreno. Se hicieron dueños de la búsqueda y la investigación.
No hablaban con nosotros y un día uno de ellos me pidió que me olvidara del asunto. Ese hombre era un argentino y sus palabras me quedaron grabadas a fuego: ‘Borrate Galvano que la mano viene muy pesada’, me advirtió. Tras ello, comencé a tener llamadas telefónicas nocturnas en las que nadie hablaba. Fue tanta la presión, que acepté la recomendación del misterioso compatriota que integraba el grupo de los ‘hombres de negro’ y me fui por un tiempo de Joaquín V. González. Hoy, lo único que sé es que esta gente no halló nada ya que hasta hace dos años, aún se observaba algún movimiento de ellos, aunque en escala reducida al mínimo".
El piloto gonzaleño, pese al paso del tiempo, no quiere abandonar su aventura y junto a sus amigos, tiene fe en que este año, logrará develar el misterio de esa peculiar jornada que le cambió su vida.
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